- Lectura por su autor: Iair Kon lee FICUS (capítulo 1)
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Las sábanas de la nonna
Las sábanas de la nonna
(de Teresa Musso, mi tía.
O sea, las sábanas de mi bis-nonna)
Una vez más coloqué en mi lavarropas
automático las pesadas sábanas que ochenta años atrás, entre
las colinas cultivadas del Piamonte, hizo la nonna.
Mi padre me contaba que su madre, joven, viuda, con
tres hijos pequeños, preparaba la tierra
para sembrar las semillas de lino. Con
su cuidado crecían hasta convertirse en plantas
abundantes.
La madre hilaba, con voluntad y
paciencia, infinitos metros de hilo de lino.
Luego, acarreaba el pesado bulto, bajando al pie de
la sierra, a orillas del arroyo, para lavar el hilo
sin fin.
Por días y noches, los vientos, la lluvia, la nieve
y el sol secaban, curtían el hilo denso que, después,
en el telar compartido del pueblo, la nonna tejía
la tela nueva.
La semilla era transformada laboriosamente en tela
rústica destinada a ser sábanas generosas, en
las que bordaba al rojo vivo, las
iniciales de sus tres muchachos.
Las destinó al lecho matrimonial de sus hijos, más
tarde llegaron a la cama de sus nietos... a la de
sus bisnietos...
Algunos de sus descendientes fuimos engendrados en
las laderas fértiles de las colinas piamontesas,
mis hermanos a orillas del Río de la Plata,
todos, entre sábanas amasadas con el corazón.
Mi padre llegó a la Argentina, a los 17 años,
empujado por la necesidad y el sueño compartido
por muchos de “fare l’America”.
Queriendo ser y parecer un hombre, bajó de la nave
enfundado en un enorme sombrero prestado
que disimulaba su cara de chico asustado,
asombrado,... solo.
Trabajó en forma sostenida, dura y honrada para
construir una buena vida, sin hambre y sin guerras,
sin olvidar su tierra y su gente.
En el viejo mundo crecían la miseria, la
injusticia, las guerras, mientras acá, en el nuevo mundo,
todo estaba por hacerse, por inventarse,
las oportunidades parecían infinitas, bastaba tener
voluntad y constancia para aprender y trabajar.
Trece años después, el hijo, ya hombre, logró
regresar a su pueblo para abrazar a la madre,
le entregó parte del fruto de su esfuerzo con
la intención de aliviar sus penurias y compensar
su ausencia.
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Llevaba consigo, cuidadosamente guardado por años,
el deseo de reencontrar a su amor adolescente.
Ella, su Rita, primero lo soñó, después lo olvidó
y lo recordó...pero siempre lo esperó.
Se casaron enamorados, rodeados de pueblo y
de la gran familia campesina.
Embarcamos en la tercera clase del penúltimo barco
que salió del puerto de Génova antes de la guerra.
Ya éramos tres, mamá me traía en sus entrañas.
Juntos navegamos rumbo a los mares
del sur y hacia la construcción de una familia inmigrante en
un país nuevo, lleno de promesas y muy lejos
del horror de la guerra.
Con nosotros viajaba el enorme baúl verde de madera
con todos los recuerdos que no cabían
en el alma de los esposos, en él viajaban
también las gruesas sábanas, densas y pesadas,
creadas para perdurar, ásperas como las
manos que labraban la tierra, tejidas con hilos de
amor desprendido, hechas para acompañar y proteger
al hijo que se va.
A veces, imagino la sábana como un pañuelo gigante
que el hijo agita en la despedida mientras el
barco se aleja de la costa, sabiendo claramente,
que ese es el lugar justo donde llorar todas las
lágrimas, ahí serán contenidas y secadas.
Creo que la nonna está presente en su
producto.
Las sábanas fueron el acompañante
fundamental de la familia inmigrante, entre ellas concibieron
nuevas vidas, nacimos sus
descendientes, protegieron tibiamente nuestra intimidad,
alimentaron los placeres de tres
generaciones, nos cobijaron, nos calmaron en la enfermedad,
dulcificaron la muerte del padre y de la madre.
Heredera de la bolsa materna que contiene y no
atrapa, de la semilla fundante y de la tierra fértil,
la sábana se despliega amplia y libre sobre el río
marrón, el océano y las colinas, nutriendo a
sucesivas generaciones con la seguridad de haber
sido concebidas desde el amor.
De la semilla plantada por milenios en la tierra
lejana, nació una fuerza invencible, sensible,
pensante y activa, capaz de crear proyectos nuevos
y diferentes, fuerza capaz de atravesar la
tristeza de tantas pérdidas y tantos temores, con
sentimiento, valentía e inteligencia, siempre
construyendo, siempre trabajando.
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